Amar los libros

Recién estrenado abril, el jardín se ha llenado de flores y de setas pequeñitas, y en casa tengo la impresión de que hay una plaga de libros. Parece increíble con lo pequeña que es mi casa-naranjo, la cantidad de libros que han surgido por todas partes, hay libros en las estanterías (esos son los más formales), en el sofá descansan tres o cuatro, la cocina también ha sido invadida, igual que la mesita donde debería estar la televisión y hasta en la bici me pareció ver uno el otro día. El único lugar dónde han mantenido cierto orden es en mi habitacion, la mesilla de la izquierda para las novelas, la de la derecha para la poesía. Así para mí es más fácil. Según las apetencias lectoras de cada noche duermo a un lado o a otro de la cama. No es pues de extrañar que esté totalmente de acuerdo con Jesús Marchamalo cuando dice en su precioso ejemplar Tocar los libros:


"Porque hay que reconocer en los libros una sorprendente capacidad colonizadora. Ocupan una estantería tras otra y cuando consiguen desbordarlas, su germen -como arrastrado por invisibles esporas- anida en otro lugar inexplicablemente alejado, recóndito, inaccesible de la casa."


En un mundo de realidad mágica, dónde tal vez también los libros se reproduzcan por esporas, en el que algunos animales se vuelven albinos cuando les roza la mirada de un ser irreal, las medusas al morir desprenden miles de colores, y algunas personas se transforman en cristal, es donde trascurre La chica con los pies de cristal de Ali Shaw. Primera novela de este escritor inglés, llena de magia, de personajes ansiosos de ser felices, y de paisajes maravillosos e irreales. A pesar de la portada, tal vez un poco infantil, no es un libro para niños. Finalmente la realidad se impone a la magia, mostrándonos de una manera magistral los sentimientos más profundos de los protagonistas del libro. Un libro que engancha, tierno, delicioso y un poco melancólico, como un paisaje brumoso en tierras frías e inhóspitas.